Serie Haardrad - Johanna Lindsey

1.- Fuegos de invierno

La hermosa Lady Brenna sabía que la esclavitud era el destino de las mujeres capturadas por los vikingos.Brutalmente raptada por un hombre sin escrúpulos, llevaba a través del mar helado, ella había jurado vengarse, enfrentarse hasta la muerte y no someterse jamás a la voluntad de ningún hombre. Y cuando se enfrentó al hombre que sería su dueño, juró que jamás sería poseída.
Sin embargo, la mezcla de ternura y brutalidad de aquel hombre primitivo cautivaría su corazón. Garrick le haría conocer el deseo, llenando de intensa pasión las largas y heladas noches de invierno.
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2.- Corazones en llamas

Kristen Haardrad afrontó desafiante la furia helada que despedían los ojos verdes del hombre que la había capturado. Era prisionera de Royce de Wyndhurst pero jamás aceptaría ser su esclava. En esa belleza vikinga el poderoso señor sajón había encontrado, al fin, a alguien que lo enfrentaba de igual a igual, idéntica en orgullo, en fuerza... y en ardiente sed feroz de deseo insaciable. Kristen no podía conocer el tormento que dividía el alma de Royce: él ansiaba abrazar su cálido cuerpo y oír su risa cristalina, al mismo tiempo que la odiaba por un antiguo crimen... Kristen y Royce pertenecían a dos mundos en pugna. ¿Quién sería el primero en rendirse ante la desgarradora promesa del amor...?

3.- Ríndete amor mío

En plena Edad Media, los pueblos germanos viven en continuo estado de guerra. Lord Selig Haardrad, un guerrero vikingo de increíble valentía y belleza, es herido y dado por muerto durante una batalla con los sajones. Tras ser rescatado por una ladrona de cadáveres que le dispensa los primeros cuidados, el ejército de los lores de Gronwood lo toma como prisionero. Ya en la fortaleza, y sin haber recuperado del todo la conciencia, es interrogado por Lady Erika, una joven de exquisita belleza y cabellos de color miel que lo confunde con un espía sajón. Sin piedad ante el presunto enemigo, tras un interrogatorio en el que Selig responde absurda y provocativamente a causa de los delirios que le provoca la fiebre, Erika ordena que lo azoten. En las mazmorras, colgado de cadenas, el guerrero vikingo se consume de fiebre y dolor. Sólo al idea de la venganza le reconforta. La dureza de Erika podría tener consecuencias inimaginables, pues el odio, pero también el amor y la pasión, enredarán a ambos en un juego tan emocionante como extremadamente peligroso.

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